En la consulta no es imprescindible abrir nuestra intimidad desde le primer momento; el cuándo y el qué contar al especialista es una opción personal. El ritmo del proceso de esa implicación y sinceridad que se requiere para que el/la psicólog@ conozca las características y alcance de nuestro problema puede establecerlo el/la propio cliente/a, que actuará movid@ por su necesidad o por la decisión personal de contar al especialista lo que le ocurre.
Esta comunicación se produce normalmente en ese clima de confianza y seguridad que surge cuando percibimos que el especialista nos garantiza confidencialidad y comprensión. Y cuando sabemos que no va a emitir, sobre nosotr@s, juicios que puedan herir nuestra sensibilidad.
Las primeras impresiones, como la de haber sido escuchad@s y respetad@s y de sentirnos bien atendidos técnicamente, así como la de “conectar” con su forma de ser y con sus métodos y terapias determinan en buena medida si el/la paciente optará por ese/a especialista e, incluso, el éxito del trabajo terapéutico a emprender.