El Edadismo: Calidad de Vida y Bienestar Psicológico

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Paula Lomas Portilla, psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA

Edadismo: ¿Por qué la discriminación por edad nos afecta a todos?

El edadismo es la discriminación o los prejuicios basados en la edad, y, aunque suene sorprendente, afecta tanto a los más jóvenes como a los mayores. A menudo se piensa que el edadismo solo afecta a las personas mayores, pero también existe una forma de discriminación hacia los jóvenes, sobre todo cuando se les ve como inexpertos o irresponsables. Ya sea por su edad o por la suposición de que no tienen suficiente "valor" o "experiencia", el edadismo es un problema que tiene consecuencias serias en la vida de las personas.

¿De dónde viene el edadismo?

Este prejuicio tiene muchas raíces, pero una de las principales es la cultura y los medios de comunicación, que constantemente promueven estereotipos sobre lo que significa ser joven o mayor. Las películas, la publicidad y las redes sociales suelen idealizar la juventud, mientras que a los mayores se les presenta como fuera de lugar, menos capaces o incluso invisibles. Además, en el ámbito laboral, a veces se da por hecho que los más jóvenes son más productivos o innovadores, mientras que los mayores son relegados a puestos menos visibles o se les niega la posibilidad de aprender nuevas habilidades. Todo esto crea una barrera psicológica para las personas afectadas.

El impacto en la calidad de vida y el bienestar psicológico

El edadismo no solo es un problema social, sino que también afecta profundamente la calidad de vida y el bienestar emocional de las personas. En los mayores, el sentirse excluidos o invisibles puede llevar a sentimientos de inutilidad, ansiedad y depresión. La discriminación laboral, la falta de participación social y la tendencia a verlos como menos valiosos hace que muchos experimenten aislamiento y pérdida de motivación, lo que puede afectar su salud física y mental.

Por otro lado, los jóvenes también sufren los efectos del edadismo, aunque en menor medida se habla de ello. A menudo se les juzga por ser inexpertos o no tener "lo suficiente" para estar en una posición de poder o responsabilidad, lo que puede generar inseguridad y ansiedad. Este tipo de discriminación puede limitar sus oportunidades y afectar su autoestima, llevándolos a sentir que siempre tienen que probar algo más para ser tomados en serio.

¿Por qué necesitamos hablar más del edadismo?

El edadismo es una forma de discriminación que a menudo pasa desapercibida, pero sus efectos son profundos. Al igual que otras formas de prejuicio, el edadismo no solo afecta la autopercepción de las personas, sino que también refuerza las divisiones generacionales en nuestra sociedad. En lugar de ser vistas como oportunidades para el intercambio de ideas y experiencias, las diferentes generaciones se ven cada vez más como grupos separados o incluso enfrentados. Esta segregación puede perpetuar la incomprensión y los estereotipos.

Hablar del edadismo es importante porque visibiliza cómo los estereotipos sobre la edad pueden limitar el potencial de todos. Además, al normalizar la conversación, podemos comenzar a romper barreras y a encontrar soluciones que favorezcan la inclusión y el respeto entre todas las edades. Si seguimos ignorando este problema, corremos el riesgo de seguir reproduciendo ciclos de discriminación que afectan tanto a jóvenes como a mayores en diferentes aspectos de su vida.

Con todo esto…

El edadismo es una forma de discriminación que limita el potencial de las personas, sin importar si son jóvenes o mayores. Combatirlo requiere un cambio de mentalidad, pero sobre todo, un esfuerzo colectivo para construir una sociedad más inclusiva y respetuosa con todas las generaciones. Porque al final, todos vamos a envejecer, y los jóvenes de hoy son los mayores de mañana.


Como siempre un abrazo de 20 segundos para cada lector/a


Paula Lomas Portilla
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

Imágenes: Created by Pexels ~ robertkso •  Pexels

 

Así fue el Reencuentro con el Dr. San Martín | Con el amor no basta: claves para una relación sana

 

El resumen de los Encuentros con… de noviembre 2024 está a cargo de Guzmán Serrano, psicólogo en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA.

Con el amor no basta: claves para una relación sana

En las relaciones de pareja, el amor suele considerarse el pilar fundamental, pero como nos señala Carlos San Martín, con el amor no basta. Las parejas están en constante transformación, adaptándose a las circunstancias personales y contextuales. Las que logran durar son aquellas que tienen la capacidad de adaptarse a los cambios de la vida, ya que las dinámicas no son estáticas y evolucionan con el tiempo. Este proceso de adaptación requiere reconocer que una relación debe favorecer el bienestar de ambos integrantes y que, aunque el amor es importante, necesita complementarse con otros factores como la comunicación, el respeto, la confianza y la reciprocidad.

Carlos nos advierte sobre los peligros del amor incondicional. Este tipo de amor, que muchas veces se idealiza, puede ser fácilmente abusado y con frecuencia pierde valor con el tiempo. La falta de límites en el amor puede derivar en dinámicas desequilibradas. Por ello, es importante que el amor  sea recíproco, y que ambos integrantes establezcan límites claros y acuerdos justos. Esto no significa imponer condiciones ni condicionar el amor, sino encontrar un equilibrio que permita a la relación prosperar sin que una de las partes sacrifique su bienestar.

Un aspecto fundamental que se resalta es la diferencia entre convivir y vivir juntos. Esto implica priorizar la calidad del tiempo compartido por encima de la cantidad, creando momentos significativos que fortalezcan el vínculo.

Asimismo, se nos plantea que una ruptura no es un fracaso, sino una experiencia más en la vida. Normalizar esta perspectiva ayuda a entender que no todas las relaciones están destinadas a ser eternas y que, en ocasiones, lo más saludable para ambas partes es aceptar que el ciclo de la pareja ha llegado a su fin. Este enfoque también permite ver las separaciones como una oportunidad para crecer y aprender.

Es importante diferenciar el enamoramiento del amor. El enamoramiento, que suele durar entre tres y cuatro años, es un estado emocional intenso y pasajero cargado de idealización, mientras que el amor es un sentimiento más profundo y duradero. Esta confusión da lugar a que muchas parejas rompan sus relaciones tras unos años porque confunden el desenamoramiento con el desamor. Este patrón se repite en numerosos casos y puede explicarse por la falta de entendimiento de que el amor, a diferencia del enamoramiento, requiere esfuerzo y trabajo constante para mantenerse vivo.

Por otro lado, Carlos desmitifica la idea de que la terapia de pareja tiene como objetivo principal “salvar” la relación. Más bien, su propósito es ayudar a las parejas a gestionar conflictos, tomar decisiones informadas y, en algunos casos, aceptar que la mejor solución es separarse. Lo más importante, insiste, es entender que el amor no es un estado fijo, sino un proceso que requiere cuidado y dedicación continuos.

En este contexto, Carlos nos menciona sobre la importancia del triángulo de Sternberg, que nos puede resultar una herramienta útil para comprender el amor en su totalidad. Según esta teoría, el amor se compone de tres elementos: intimidad, pasión y compromiso. Un equilibrio entre estos factores es fundamental para una relación saludable.

Sin embargo, las relaciones no están exentas de desafíos. Es por ello que se han identificado varios momentos críticos que todas las parejas enfrentan, como pueden ser la etapa de diferenciación, cuando cada miembro empieza a reclamar su espacio y autonomía; el nacimiento del primer hijo, que altera las dinámicas y roles de pareja y redistribuye las prioridades; y el llamado “nido vacío emocional”, que puede surgir incluso cuando los hijos siguen viviendo en casa, pero la conexión emocional se debilita.

A su vez, encuentra que muchos de los problemas por los que las parejas acuden frecuentemente a terapia de pareja se basan principalmente en el miedo al abandono, los celos e infidelidades y, especialmente, los problemas de comunicación.

Esto nos recalca que tener pareja no es un punto de llegada, sino el inicio de un esfuerzo constante por mantener y fortalecer el vínculo.

Como siempre un abrazo de 20 segundos para cada lector/a


Guzmán Serrano
Psicólogo en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Especialista en Psicología Clínica
Directora de CIPSA

 

 

Síndrome del Impostor

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Estela Busquets y Paula Lomas, psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA.

Éxito y dudas: cómo lidiar con el síndrome del impostor en tiempos de redes sociales

¿Te ha pasado alguna vez?

Imagina que has conseguido algo importante: un ascenso, un proyecto o simplemente cumpliste una meta personal que te hacía mucha ilusión. Sin embargo, en lugar de celebrarlo, sientes que ha sido “suerte” o que cualquiera en tu lugar lo habría hecho igual. Esa sensación de que tus logros no son realmente tuyos tiene nombre: el síndrome del impostor. Y no estás solo/a; muchas personas pasan por lo mismo, desde estudiantes hasta figuras famosas como actores y cantantes.

¿Qué es el síndrome del impostor y por qué lo sentimos?

El término "síndrome del impostor" fue acuñado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Inicialmente, lo asociaron con mujeres exitosas que no podían aceptar su logro, sintiendo que eran un fraude a pesar de su éxito.
El síndrome del impostor es esa voz interna que nos hace sentir que no somos tan buenos como los demás creen. Surgió como concepto, pero hoy se habla mucho más sobre él porque, en una sociedad tan competitiva y conectada, la autoexigencia es constante. Al ver los logros de otros, especialmente en redes sociales, es fácil pensar: “¿Y yo qué hago aquí?”

El impacto de las redes sociales en el síndrome del impostor

Hoy, las redes sociales nos exponen a los éxitos de los demás continuamente. Lo que vemos en redes es, en su mayoría, una versión idealizada de la vida: solo los mejores momentos, los logros y los éxitos. Al compararnos con estas “vidas perfectas”, sentimos que no estamos al nivel o que nuestros logros no son suficientes, algo que alimenta el síndrome del impostor.

Personas de alto perfil, como la actriz Emma Watson y el cantante Ed Sheeran, han compartido cómo las redes aumentan su autoexigencia. A pesar de sus logros, enfrentan la presión de la comparación constante, que es aún mayor al estar bajo el escrutinio público. Esta realidad en redes afecta a todos, incluso a quienes parecen tener la mayor confianza.

Síntomas que podrías reconocer

¿Te suena familiar alguno de estos?

  • Creer que tus logros son solo “casualidad”.
  • Perfeccionismo: nunca sientes que algo está lo suficientemente bien.
  • Sentir que “engañas” a los demás y temer que descubran que no eres tan capaz.
  • Dudar de tus éxitos y no sentirte a la altura.

Si estos síntomas te resuenan, tranquilo/a: no eres el único. Desde estudiantes hasta grandes artistas y deportistas, como Serena Williams, pueden sentir el síndrome del impostor. En una ocasión, la propia Serena mencionó que, aunque su talento es innegable, ha llegado a sentir que sus logros no le pertenecen. La buena noticia es que se puede trabajar.

Claves para superar el síndrome del impostor

Aquí van algunos pasos que te pueden ayudar:

  1. Valora tus logros (en serio): Haz una lista con tus éxitos, pero no te centres solo en los “grandes”. Desde un curso que completaste hasta el proyecto en el que colaboraste, todo cuenta. Date el crédito que mereces, tal como lo hace el actor Tom Hanks, quien reconoce que revisar sus logros le ayuda a calmar esa voz interna que le dice que no es suficiente.
  2. Cambia tu diálogo interno: En lugar de decirte “no soy tan bueno/a” o “ha sido suerte”, empieza a cuestionar esas ideas: ¿qué esfuerzo te llevó hasta ahí? Cambia “no merezco esto” por “he trabajado para lograr esto”. La cantante y actriz Lady Gaga también ha confesado que utiliza afirmaciones positivas para enfrentar sus inseguridades.
  3. Habla de ello: Compartir esta sensación con personas cercanas puede ser liberador. A veces, abrirte con alguien te ayuda a darte cuenta de que ellos ven cosas positivas en ti que tal vez no percibes. De hecho, la actriz Meryl Streep ha mencionado que hablar con sus compañeros de profesión le ha permitido darse cuenta de que estos sentimientos son comunes, incluso entre quienes parecen tener una confianza inquebrantable.
  4. Apóyate en un profesional: Si sientes que este problema afecta tu bienestar o tu vida diaria, hablar con un psicólogo/a puede ayudarte a fortalecer tu confianza y encontrar herramientas para superar estas inseguridades.

En conclusión: está bien celebrar tus logros

Vencer el síndrome del impostor es un camino, pero empezar a reconocerlo ya es un primer paso. Recuerda que tus éxitos son fruto de tu esfuerzo y merecen ser celebrados. Y si en algún momento necesitas ayuda para superar estas dudas, acudir a un profesional puede marcar una gran diferencia.

Como siempre un abrazo de 20 segundos para cada lector/a


Paula Lomas y Estela Busquets
Psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

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